Desde la implantación de la reforma educacional (1990), se ha pretendido hacer un viraje en las formas y los contenidos de enseñanza, impartidos en la educación tradicional, planteando como principal desafío el poner a disposición de todos, aquellas competencias culturales que antes se reservaban para la élite.
La pedagogía asume en este desafío un rol fundamental, pues en su papel de socializadora y guía para los educandos, es deber de ésta llevar a cabo íntegramente los objetivos formulados con anterioridad, para así contar con una educación igualitaria, no sólo en términos de congruencias de la calidad educativa en los distintos espacios educacionales, sino también en términos de una equivalencia en la posterior incorporación de los educandos en el sistema social, pudiendo contar cada uno de los alumnos, con las herramientas útiles y necesarias para ser partícipes de las decisiones y verdaderos actores del mundo social, y no tan sólo espectadores.
Durante estos tiempos, el mejoramiento de la calidad de la Educación chilena, se ha convertido nuevamente en un problema coyuntural, y en un reto que corresponde asumir como un deber y un compromiso de todos.
De lo anterior nace la siguiente hipótesis: Se piensa que la reforma educacional no ha cumplido a cabalidad con sus objetivos máximos planteados, y aún más, se asevera que el sistema educativo como tal, se encuentra sumergido en una crisis a razón de tal motivo.
Ante todo esto, surgen las siguientes preguntas; ¿Qué o quiénes están fallando dentro del sistema educativo nacional?, ¿Por qué los objetivos máximos no se han cumplido en su totalidad?, y si lo han hecho, ¿por qué de igual manera persiste el malestar en la sociedad chilena?
La educación tradicional estaba basada en la enseñanza de contenidos específicos, que se desvinculaban entre una u otra área y de la totalidad, y por lo mismo, sólo adquirían sentido en el contexto desde el cual surgían. Con la reforma educacional chilena, se pretendía generar nuevos objetivos de enseñanza que fueran transversales para todas las asignaturas o áreas estudiadas. Capaces de entregar las herramientas y los Valores necesarios para vivir en la sociedad contemporánea. Pero es a raíz de este punto, que en teoría generaría menos desigualdad y más oportunidades, es desde donde parte el conflicto.
Las herramientas y los valores que se inculcan en el sistema socializador, llamado educación, pertenecen a las pautas entregadas por el sistema dominante de nuestra sociedad; los educandos son simplemente oyentes dentro del sistema educacional, no tiene mayor participación en los contenidos o en las metodologías de estudio. Así lo deja entrever el currículum oculto existente detrás del formal, en el cual se halla solamente una relación unilateral (escuela-opresores) por parte del sistema escolar, que acoge las demandas de la parte dominante y deja a un lado las demandas del estudiantado o dominados.
La reforma curricular se transformó en relación a las demandas del sistema dominante, que en la sociedad globalizada, necesita individuos que sean funcionales y que adquieran habilidades específicas para ejercer un rol cada vez más específico. Los valores que se enseñan como la identidad y la solidaridad, se pierden frente a la enseñanza de estas habilidades, puesto que en la sociedad de la producción y el consumo, la autonomía y la falta de identidad son unas de las características comunes.
En el sistema escolar actual los educadores enseñan a comprender y aceptar la realidad en la que están inmersos los educandos, sin darle mayor importancia a la parte del pensamiento crítico y reflexivo. Esto incita la inconsciencia de los individuos, que a raíz de esto, ven las pautas como lo natural y lógico. Implícitamente los pedagogos los “obligan” a someterse a los valores básicos de la sociedad, imponiendo los modelos de la ideología imperante.
Todas estas características del actual sistema educacional chileno, están implícitas casi en plenitud, en la teoría de Paulo Freire, quien argumenta que la sociedad posee una dinámica estructural que conduce a la dominación de las conciencias, lo que se traduce en una pedagogía que responde a los intereses de las clases dominantes.
La “educación bancaria” como llama a la educación opresora, “pretende transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime. A fin de lograr una mejor adaptación a la situación que los oprime que, a la vez permita una mejor forma de dominación."
La concepción bancaria de la educación pretende transformar la mente de los individuos para que se adapten mejor a las situaciones reales y así poder dominarlos con mayor facilidad. Cuanto más pasivos sean, proporcionalmente se adaptarán, por lo tanto, se disminuye su creatividad, su poder de crítica y reflexión, se estimula la inocencia, lo cual crea las condiciones para que los opresores surjan como sujetos generosos. Al igual como sucede en el caso del sistema educacional chileno.
Por lo tanto, y en base a lo que se argumento otrora, se desprende que lo que está fallando dentro del sistema educativo, es su estructura como tal; es esa concepción bancaria, alienante y mecanicista imperante, que obnubila la visión de los sujetos, ”domesticándolos” a favor de la sociedad actual.
Los objetivos transversales de reformular el sistema, principalmente en base al currículum educacional chileno, se han cumplido. SI existe una re-organización y re-estructuración del sistema educacional el problema es que detrás de esa reformulación, la ideología reinante sigue siendo la misma, la de los opresores en términos Freirianos. Y así el máximo desafío: poner a disposición de todos, aquellas competencias culturales que antes se reservaban para la élite, no se ve cumplido, puesto que mediante la dominación de un sector por sobre otro, esto se hace imposible. Lo que en conclusión ha generado la crisis educacional que hoy por hoy atravesamos, ratificando la hipótesis expuesta anteriormente.
Aún así, no se pierden las esperanzas de poder cambiar la estructura educativa. Freire explica mediante la pedagogía del oprimido, que partiendo de la praxis, se apunta a crear la humanización, a liberar al hombre de todo aquello que no lo deja ser verdaderamente persona en igualdad de posibilidades. Esto es básicamente entender al hombre como un sujeto consciente; capaz de aprehender el mundo, de objetivar el mundo, de tener en éste un "no yo" constituyente de su yo que, a su vez, lo constituye como un mundo de su conciencia. La conciencia es conciencia del mundo: el mundo y la conciencia, juntos, como conciencia del mundo, se constituyen dialécticamente en un mismo movimiento, en una misma historia. En otras palabras: objetivar el mundo es historiarlo, humanizarlo.
La educación bancaria, de Freire es el punto clave del conflicto de su teoría como de la crisis educacional chilena. Es un arma de doble filo, pues, así como en base a esta se producen las reproducciones de la ideologías dominantes, así, esta misma base, provoca un distanciamiento en la relación alumnos-profesores, que más temprano que tarde, provocará en los pupilos (hasta entonces pasivos), el enfrentamiento con la realidad en movimiento, y de esta manera, la revelación en contra del sistema educativo. Así como actualmente ocurre en Chile, en donde durante los últimos años, ha existido un aumento progresivo de las demandas estudiantiles, en conjunto con fuertes críticas y reflexiones en torno al sistema educacional, que lo han debilitado y han dejado entrever que los alumnos no están durmiendo, sino que el proceso de consciencia ya ha comenzado.